
Por Miguel Ángel De Renzis
El 17 de agosto de 1850, en Boulogne Sur Mer, Francia, se iba uno de los padres fundadores de la Patria. El Libertador José Francisco de San Martin y Matorras, que había nacido en Corrientes, en Yapeyu, el 25 de febrero de 1778.
El 5 de abril de 1877 el presidente Nicolas Avellaneda pronuncia un discurso pidiendo recolectar fondos para repatriar al ilustre patriota.
Los restos del General estaban en la catedral de Nuestra Señora de Boloña, en Boulogne Sur Mer.
El 13 de enero de 1844 el testamento de San Martin decía en su articulado cuarto, “Prohibo que se me haga ningún género de funeral y desde el lugar en que falleciese se me conduzca directamente al cementerio sin ningún acompañamiento, pero sí deseo, el que mi corazón fuese depositado en Buenos Aires.”
Sus restos llegan el 28 de mayo de 1880 a Buenos Aires. ¿Por qué hubo que esperar 30 años?
Primero, porque los liberales no aceptaron otra parte histórica del testamento del Padre de la Patria: el legado del sable corvo que libertó a América a Juan Manuel de Rosas.
Segundo, porque el abogado Miguel Valencia, que en 1857 había fundado la primera Obediencia Masónica llamada Gran Oriente de la Confederación Argentina, ya había empezado a trabajar para detener la repatriación por la donación del sable a Rosas.
Pese a que la masonería siempre pretendió hacer pasar por miembro de esa organización a San Martin, SAN MARTIN NO FUE NUNCA MASON.
Pero sí José Mármol, por ejemplo, que refiriéndose al Restaurador de las Leyes, y a modo de sentencia, expresó: “…ni el polvo de tus huesos la América tendrá…” festejando alborozado la traición de Urquiza que, como miembro de la masonería en Caseros y con ayuda extranjera, vencía a Juan Manuel de Rosas.
José Roque Perez fue el primer honorable maestro del rito escoces antiguo y aceptados. Sí fueron masones Sarmiento, Mitre, Rivadavia, y hasta Vicente Lopez y Planes.
A continuación reproducimos el artículo Tercero del testamento del General San Martin:
“El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la Independencia de la América del Sud, le será entregado al Genera! de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como Argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los Extranjeros que tratan de humillarla.”
Ese sable se encuentra hoy, junto al de Manuel Belgrano, Lucio Mansilla, Manuel Dorrego, Jose Manuel Laprida, Gregorio de Las Heras y Guillermo Brown, en el Museo Historico Nacional, en Defensa 1600, Parque Lezama.
Mucho más se tardó para la repatriación de Rosas, que regresó bajo la primer presidencia de Carlos Saul Menem, y después de una larga lucha del revisionismo histórico. Sus restos hoy están en Recoleta.
De los tres que forman la trilogía de la Patria liberada, solo Perón se inmortalizó en su tierra.
San Martín en Francia, Rosas en Inglaterra y Perón en Olivos.
San Martín tiene su descanso eterno en la Catedral Metropolitana, y Perón en la quinta de San Vicente, aguardando la llegada del cuerpo de Evita, tal cual había decidido la pareja, lo que todavía no se cumplió.
Tampoco refleja la historia lo ocurrido el 17 de agosto de 1943 cuando a sugerencia de Perón el presidente Edelmiro J. Farrell organizó la Tumba del Soldado Desconocido con la participación de los agregados militares de Chile, Bolivia, Perú y Ecuador, donde se incineraron los restos de los caidos en Chacabuco, Cancha Rayada, Maipú, Pichincha, Rio Bamba, Junin, Ayacucho, Suipacha, Sipe Sipe y Cerro de Pasco. Los restos de Bolivia se recibieron en La Quiaca y se unieron a los caidos de Salta y Tucumán, trayéndose por Jujuy, Salta, Tucuman, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza, donde se sumaron los restos de los granaderos caidos en San Lorenzo.
La urna viajó desde Mendoza a Buenos Aires en el por entonces tren presidencial, custodiada por los granaderos de San Martín.
Cuando llegaron a la Capital cien antorchas llevadas por el pueblo iluminaban la noche del homenaje de la Revolución del 43 que fue el inicio del peronismo.
Desde entonces, el soldado desconocido y San Martin están en la Catedral Metropolitana. Al cumplirse el centenario del paso a la inmortalidad, en 1950, el presidente Perón dispuso que todos los documentos oficiales se iniciaran con la frase “Año del Libertador General San Martín”.
En este 2020, año del General Belgrano, otro de los padres fundadores, rendimos homenaje a la Reconquista de Buenos Aires y a un joven de quince años, Juan Manuel de Rosas, que luchó contra los invasores, junto a otro joven de la historia del norte liberado, Miguel Martin de Güemes.
Este 17 de agosto los que ocultaron la historia y los descendientes de los que trabaron el regreso 30 años de la llegada de San Martin, son agentes de una convocatoria en contra del gobierno recientemente elegido por la mayoría del pueblo elegido.
De un lado, los de la Patria liberada, con San Martín, Rosas y Perón. Del otro lado, los seguidores de Mitre, Sarmiento y Rivadavia. Es decir, habemos descendientes de los dos lados.
Falta la batalla final para decidir el futuro argentino. Seguro que la Patria existe, la Patria vive y la Patria triunfará, gloria a San Martin!


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