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Davos: Malabarismos estadísticos y errores conceptuales

Escrito por Dr. Horacio Micucci (*)

Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.”

Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.”

Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.”

Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.

Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.”

Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.”

Extracto de “Los 11 principios de la propaganda” de Joseph Goebbels

“Este florilegio de elogios del señor Dühring por el señor Dühring puede fácilmente
multiplicarse por diez.

Y es posible que ya haya suscitado en el lector alguna duda acerca de si está realmente ante un filósofo o ante… Pero será mejor pedir al lector que se reserve el juicio hasta que conozca más de cerca la citada radicalidad… (estamos) ante un ser completamente extraordinario, … Y cuya doctrina, fuera de la cual no hay salvación, debe aceptarse, sin más, so pena de sucumbir a la más condenable de las herejías.”

«La revolución de la ciencia del Sr. Eugen Dühring”. Federico Engels

Si hay 4 pollos y 4 personas, el promedio indica que le toca un pollo a cada persona. Pero la realidad puede indicar que le tocan 4 a una persona y ninguno a las otras tres.

Milei mira la cantidad de pollos, pero no mira cómo se distribuyen esos pollos. Menos aún se detiene en quién decide, qué se produce, cómo se produce y cómo se distribuye.

Le da lo mismo que se produzcan caramelos o acero (como dijo un funcionario de Martínez de Hoz allá por el año 1976, en plena dictadura).

Por eso no le importa el desarrollo científico-técnico-industrial y agrario independiente, equitativo en la distribución de sus beneficios y la cultura que lo exprese. Mucho menos le importa la distribución de la riqueza.

Por eso ataca a los organismos de ciencia y técnica y de cultura. O quiere privatizar a YPF, al Banco Nación, a Fabricaciones Militares.

El verdadero Dios de Milei, su becerro de oro bíblico, su Dios Mercado, lo decidirá…

Destruir a la producción nacional con importaciones sin regulaciones, destruir la enseñanza y la atención sanitaria pública y gratuita; seguir entregando tierra a ricachones extranjeros (como el inglés Lewis en Lago Escondido y en la costa Atlántica) para hacer latifundios en zonas estratégicas de frontera.

Fundir a las PYMES y al pequeño comercio. Hambrear a docentes, profesionales, jubilados y a los trabajadores.

Usar a las fuerzas armadas para “seguridad interior” con el pueblo que protesta como enemigo y no en los reales, como los ingleses, que usurpan una parte de nuestro territorio con aspiraciones a más, etc.

Parece que “la casta” es el Pueblo y no la que está visiblemente encaramada en su gobierno y en sus amigos monopolistas, beneficiarios con nombre y apellido, que lucran y han lucrado siempre con la dependencia argentina.

Miente desde el año 0 (cero)

Milei ha efectuado en Davos la proeza de comparar el PBI de las naciones desde el año 0 (cero) hasta la actualidad.

Pero, resulta que la estadística y la probabilística, tanto en su desarrollo como ciencia y como en los sistemas de información de los Estados (de allí proviene la palabra estadística), no es la misma hoy que en el año 0 (nacimiento de Cristo).

Y no es la misma en su desarrollo según de qué país hablemos. Pero nuestro genial presidente lo ha logrado, dejando boquiabierto al mundo.

Su discurso suena a ruido de latón trascendental, como escribía Federico Engels en su libro dedicado a criticar la filosofía de Eugen Dühring, titulado «La revolución de la ciencia del Sr. Eugen Dühring” y más conocido como “Anti- Dühring”.

Hubo, en la antigüedad, censos en distintos lugares para conocer datos de población, bienes y tierras para tener información para impuestos y tributos. Pero de allí a creer que esos datos son comparables y permiten calcular un producto bruto anual de cada lugar, es caer en un disparate notable.

Igual de notable que su afirmación nunca fundamentada de que, si se hubiera usado la vacuna de Pfizer contra la COVID, hubiera habido 30.000 muertos y no 130.000 y a la cual me referiré en un artículo específico.

Uno de los objetivos de la OMS, para el milenio, es el desarrollo de sistemas de información en salud. La propuesta es: «no es porque los países sean pobres que no tienen sistemas de información. Es porque son pobres que deben tenerlos».

Hemos visto en la pandemia de COVID que, en EE.UU., la fidelidad de la información en el Bronx y en el cercano Manhattan era diferente.

Las deficiencias en información estadística en EE.UU las reconoció el Dr. Fauci (CDC). Ni hablemos en otros países.

¿Con qué metodología y con qué bases de datos Milei puede comparar los PBI desde el año cero hasta la actualidad, si hasta hay déficit en sistemas de información para la salud?

Más aún, Argentina no contó con estimaciones precisas y continuas de su producción y sus habitantes hasta la creación del Consejo Coordinador de Investigaciones, Estadísticas y Censos, en julio de 1946.

Una estimación posterior hecha por la CEPAL intentó reconstruir las estadísticas de producción desde el año 1900, pero el organismo latinoamericano decidió no publicarlas porque era muy cuestionable.

“Para poder realizar una comparación histórica de este tipo se utilizó la serie Maddison, la única que cuenta con datos comparables para períodos históricos extensos, mide el PBI per cápita de cada país por PPA (un índice que pondera los valores de bienes específicos en cada país para comparar el poder adquisitivo absoluto de las monedas).” (Chequeado.com)

Pero la serie Maddison está cuestionada en cuanto a la validez de sus resultados. Según Chequeado.com, el economista Orlando Ferreres indicó que los cálculos de la serie Maddison son construidos en base a los datos económicos disponibles en cada momento, como importaciones, exportaciones o inversión.

“Son estimaciones, no son cifras exactas, como cuando se calcula hoy la economía informal en el PBI”, aclaró.

La frase de Javier Milei, quien dijo que la Argentina arrancó el siglo XX siendo el país más rico del mundo y hoy está en el puesto 140, es falsa.

De acuerdo con la serie Maddison (la base de datos más confiable y la única que cuenta con datos anteriores al año 1900)- nuestro país pasó del puesto 13 en 1900 al 30 en 2018.

Es decir, registró una caída de 17 puestos y no de 140, como afirmó el presidente en esta y otras ocasiones.

Analicemos algunas cifras

Según datos del Banco Mundial, del año 2022, esta es la lista de las primeras posiciones según PBI PER CÁPITA y la ubicación de Argentina en el mismo.

Es interesante observar que las cuatro primeras filas corresponden a lugares que algunos afirman que son paraísos fiscales:

Pareciera que hay más capital financiero y “timbero” que producción…

Tal vez ese sea el destino que nos planifica el Sr. Presidente: Industria nacional destruida, reino de monopolios extranjeros, timba financiera, solo exportación de productos primarios sin elaboración interna y, por otro lado, trabajadores, campesinos, comerciantes de cercanía, científicos, profesionales, jubilados, etc. pobres de toda pobreza.

Según el FMI, con cifras del año 2022, este es el listado de algunos países y del nuestro:

Si intentamos analizar en simultáneo PBI per cápita con renta (ingreso) per cápita, es interesante ver que ocurre en el Estado de Nueva York, que es el sexto Estado más rico de los Estados Unidos, con un PBI per cápita de $40,272.29 (2004).

Comparemos el PBI per cápita y la renta (ingreso) por hogares:

Cómo se puede comprobar, mientras que el rico Manhattan en el Estado de Nueva York está primero en PBI per cápita y renta (ingreso) de los hogares per cápita, el pobre BRONX, con hispano parlantes y afroamericanos, tiene el Puesto 62 en ese Estado y la Posición 2752 en el ranking de todo EE.UU. en los dos ítems.

El PBI del Bronx es muy parecido al argentino de 13.622 dólares.

¿Es que hay una Argentina dentro del Estado de Nueva York? ¿Será, de acuerdo al criterio meritocrático de Macri, que los hispano-parlantes y los afroamericanos no se merecen o son incapaces de vivir mejor?

¿Es que los de mayores ingresos son “gente de bien” al decir de Milei y los otros no lo son? ¿O se trata de la formación económica social de ese país que genera esas diferencias?

Es un dato oficial de la Universidad John Hopkins (que no es comunista ni colectivista, sino uno de los centros científicos de referencia de EE.UU. y del mundo). que el Bronx tenía el doble de mortalidad por COVID que el cercano y rico Manhattan.

¿Será que en el Bronx estaban los centros de atención de peor calidad que habían sido desplazados a ese lugar por su incompetencia? ¿O, por el contrario, será que su atención ha sido reducida al mínimo porque allí están los que no pueden pagar?

Alto PBI per cápita no es sinónimo de bienestar del pueblo: Coeficiente e índice de Gini

El coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad ideada por el estadístico italiano Corrado Gini. Normalmente se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos, dentro de un país, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual.

El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).

El índice de Gini es el coeficiente de Gini expresado en referencia a 100 como máximo, en vez de 1, y es igual al coeficiente de Gini multiplicado por 100.

Una variación de 2 unidades del índice de Gini equivale a una distribución de un 7% de riqueza del sector más pobre de la población (por debajo de la mediana) al más rico (por encima de la mediana).

Mediana es la cifra que divide a la población estudiada en dos mitades de 50%.

Aunque el coeficiente de Gini se utiliza sobre todo para medir la desigualdad en los ingresos, también puede utilizarse para medir la desigualdad en la riqueza.

En el cuadro que sigue, 100 es total desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).

Cero es total igualdad. Y total igualdad es que todos los ingresos son iguales. Cuanto más bajo es el índice hay mayor igualdad.

Argentina, en 2021, tenía un índice de Gini de 42% España, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia rondaban el 30%.

Pero EE.UU. tenía, en 2021, el 39,8 %, y China, en 2020, el 37,1 %.

Brasil, en 2021, tenía 52,9%, con un índice similar a Botsuana, que en 2015 que tenía 53,3%.

Brasil, Botsuana, Belice (ésta con datos de 1999) están entre los países más desiguales del mundo, siempre aclarando que las estadísticas y sistemas de información son difícilmente comparables en el mundo (por sus desarrollos, limitaciones y actualizaciones diferentes).

Sólo nuestro presidente podría, tal vez, lograrlo.

Sudáfrica, con cifras de 2014, tiene un índice de 63%. El peor del mundo. ¿Serán Brasil, Botsuana, Belice y Sudáfrica colectivistas o socialistas? Esto ocurría hasta en épocas de Bolsonaro en Brasil.

En Israel, en 2018, era 38,6%. La diferencia entre Argentina y EE.UU., en índice de Gini, es de 2,2% (42 – 39,8= 2,2).

Cada 2 unidades del coeficiente de Gini (de 0 a 100) equivale a una transferencia de un 7% de riqueza del sector 50% más pobre de la población (por debajo de la mediana) al 50% más rico (por encima de la mediana).

En nuestro caso (7 x 2,2 / 2 = 7,7) significa que Argentina transfiere 7,7 % de riqueza del 50% más pobre al 50% más rico, de lo que lo hace EE.UU.

Pero la diferencia con Brasil (52,9 – 42 = 10,9 y 7 x 10,9/2 =38,1) indica que Argentina transfiere 38,1% menos de riqueza del 50% más pobre al 50% más rico, que Brasil. Cualquiera diría que, desde el punto vista productivo, Brasil está mejor que Argentina. Sin embargo, Brasil está entre los países más desiguales del mundo.

Mientras tanto, la diferencia entre EE.UU. (con 39,8%) y España, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia que promedian el 30%, es de 9,8%. O sea, con el cálculo explicado (39,8-30=9,8 y 7×9,8/2=34,3), EE.UU. transfiere un 34,3% más de riqueza del 50% más pobre al 50% más rico, que los países europeos mencionados anteriormente.

De nuevo:

¿No habrá que considerar quién decide qué se produce, cómo se produce y cómo se distribuye? ¿y qué proyecto de país y qué derechos sociales se respetan?

¿No habrá que considerar si interesa sólo el PBI sin fijarse la distribución de la riqueza, o aún si hay derechos inalienables que respetar para todos y no sólo para algunos?

Veamos las cifras del Índice de Gini

FUENTE: https://datosmacro.expansion.com/demografia/indice-gini?anio=2022

De Qatar, tan admirado como ejemplo por el ex presidente Macri, no hay datos de índice de Gini, en la base del Banco Mundial. Su PBI per cápita es de 66,838 dólares. Tal vez se deba a su justicia social, aunque algunos opinan lo contrario.

(final primera parte)

(*) Doctor de la Universidad de Buenos Aires. Área Farmacia y Bioquímica–UBA; Magíster en Epidemiología, Gestión y Políticas de Salud –Universidad Nacional de Lanús; Licenciado en Ciencias Bioquímicas (orientación Bioquímica Clínica) –UNLP; Farmacéutico y Licenciado en Ciencias Farmacéuticas –UNLP.