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EL MAESTRO HÉROE DE MALVINAS

La historia de Julio Cao

Redacción

Julio Rubén Cao nació en Ramos Mejía el 18 de enero de 1961. Cursó sus estudios primarios en la escuela parroquial «Cervantes» y los secundarios en la Escuela Normal «Dr Mariano Etchegaray» de Ciudad Evita.

Julio fue un joven de fuertes convicciones. De chiquito quería ser maestro. Ese, siempre fue su sueño entre tantos otros que el tenía.

Sus héroes no eran Batman y Robin, ni Superman. Sus héroes, de chiquito nomás, eran Belgrano y San Martín. ¿Extraño? Quien lo sabe. Tal vez ya anidaba en su pecho, en su alma ese orgullo por la Patria.

Cuenta su mamá que cuando era más pibe aún, a los 17 años, enseñaba en la villa 11/14. Y el 30 de marzo (de 1982) también estuvo el ahí en la plaza de mayo con la CGT y con todos los docentes, «gritándole a Galtieri que se bajara del balcón de Perón vino todo mojado, los habían golpeado, los habían corrido, sin embargo cuando le toco irse se fue.”

Finalmente Julio cumplió su sueño de ser maestro y lo llevó a cabo en una escuela de La Tablada, Pcia. de Buenos Aires, hasta que en su camino se cruzó su otro sueño: defender con orgullo la memoria de sus héroes de la infancia. Defender la Patria como lo habían hecho Belgrano y San Martín.

Julio había cumplido el servicio militar en el Regimiento de Infantería Motorizada III “General Belgrano” de Tablada y se enroló en forma voluntaria para luchar en Malvinas a pesar de un detalle no menor. Julio a pesar de sus jóvenes 21 años estaba casado e iba a ser papá de quien finalmente sería una hermosa niña.

Delmira Hasenclever de Cao , su mamá, cuenta como fue ese momento:

«Cuando se fue mi nuera estaba embarazada de cinco meses. Se fue con todos. A él nunca le llegó la cédula de citación, pero vio los camiones con los muchachos, entró a casa y me dijo que se iba. Yo le dije «Julio no podés irte, vas a tener un hijo«.

A lo que él respondió: ¿Cómo me vas a pedir que no vaya? Soy docente y enseño a defender a la patria. Si me quedo acá, ¿Qué ejemplo voy a dar?

Desde chico tenía inculcados los símbolos patrios. De hecho, San Martín y Belgrano eran sus héroes»

«Voy porque no puedo contar la historia de San Martín o de Belgrano si hoy me meto debajo de la cama»

Ante mi insistencia por no ir, él me dijo: ellos son mis compañeros, estuvimos juntos y ahora cómo los voy a dejar solos. Voy a ir y no pasará nada».

Finalmente Julio fue a las islas. Fue a pelear, a poner el pecho por la Patria.

Murió en combate. No hay precisiones acerca de si fue el domingo 13 de Junio o en el amanecer del 14 en el fragor de la batalla en el contraataque para recuperar la cima del Wireless Ridge, una de las siete colinas estratégicas en Puerto Argentino. Cuentan sus compañeros que al parecer fue impactado bajo un fuego contundente; otros, que fueron disparos de fusiles; otros dijeron que un misil o cohete anti personal o algo así.

Allí quedo el Soldado Cao. El Maestro de primaria. El alfabetizador en la Villa 11/14. Cayó a horas de terminar la batalla pero nunca dudó y dio todo de si.

Sin saberlo, tuvo una hija, que nació pocos meses después de su muerte y hasta el día hoy le recuerda con orgullo, pero también sumó varios hijos más; sus alumnos, los de la Escuela de la Tablada; el era su mastro, y a ellos les escribió una carta.

Esta iba dirigida a la directora y pedía:

«Desearía que hiciera llegar a la maestra de 3° “D” este mensaje para mis alumnos:

A mis queridos alumnos de 3ro D:

No hemos tenido tiempo para despedirnos y eso me ha tenido preocupado muchas noches aquí en Malvinas, donde me encuentro cumpliendo mi labor de soldado: Defender la Bandera.

Espero que ustedes no se preocupen mucho por mi porque muy pronto vamos a estar juntos nuevamente y vamos a cerrar los ojos y nos vamos a subir a nuestro inmenso Cóndor y le vamos a decir que nos lleve a todos al país de los cuentos que como ustedes saben queda muy cerca de las Malvinas.

Y ahora como el maestro conoce muy bien las islas no nos vamos a perder.

Chicos, quiero que sepan que a las noches cuando me acuesto cierro los ojos y veo cada una de sus caritas riendo y jugando; cuando me duermo sueño que estoy con ustedes.

Quiero que se pongan muy contentos porque su maestro es un soldado que los quiere y los extraña. Ahora sólo le pido a Dios volver pronto con ustedes. Muchos cariños de su maestro que nunca se olvida de ustedes.

Afectuosamente Julio”.