
Escrito por Juan Diego Carbone (*)
La ficción de CANAL 13-POLKA «La 1-5-18» es una suma de estereotipos y negación de la identidad de quienes viven en los barrios vulnerados representan una villa que solo existe en la imaginación de la clase media .
El paisaje es cruel y escupe significados por donde se lo mire, como para preguntarse qué lugares le asigna la tele de ficción de Canal 13 (Clarín) a los villeros.
En la misma semana en la que Polka estrenó «La 1-5-18», la novela de ficción ambientada en lo que sería la Villa 31, en ese mismo barrio la policía de la Ciudad de Buenos Aires arrinconó a casi 100 mujeres y 170 niños “como si fueran delincuentes”.
El video de la niña de ocho años llorando porque le habían destrozado el único inodoro que tenía, y las paredes de cartón, bolsas de nylon y chapa prendidas fuego, fueron parte del paisaje de crueldad del gobierno de la Ciudad, que dejó esta intervención policial violenta, Los chicos seguían durmiendo cuando las casitas empezaban a ser destruidas.
La tira de Polka-Canal 13, está rodada en una villa de mentira, de varias manzanas, emplazada en los estudios que tiene la productora en Don Torcuato. Las casas de la ficción están muchísimo mejor construidas que la de las mujeres que fueron desalojadas en la 31. Sin embargo, todas tienen un destino común: a las de Suar también les va a pasar por encima la topadora cuando termine la serie. Pero esta vez, no habrá niños adentro.
La yuxtaposición de imágenes es tirana y abre nuevos significados. Antes de que esta novela sea estrenada, las integrantes de «Los Ángeles de la Mañana», el programa conducido por Ángel de Brito, visitaron el set de grabación. Las panelistas, de taco aguja y trajecito rosa chicle, camperita de cuero roja y botas de caña alta, uñas de gel y balayage de Leo Leiva, se sentaron en una especie de “living” improvisado en medio de las utilería de la villa. El olor a perfume de free shop traspasaba la pantalla. Cinthya Fernández, con un maquillaje impecable combinado con su look, sonreía a la cámara mientras hacía una publicidad de Nescafé. En el fondo se veían bolsones, chapas, hierros y carros para juntar cartón. Sobre el piso de tierra habían colocado mesas negras y brillantes al estilo Canal 13, donde descansaban copas de agua finísimas; también había un termo -Stanley, claro- con su respectivo mate.
Este juego de contrastes realza la esencia de la intencionalidad ficcional de la villa de Polka- Canal 13: una villa donde los protagonistas son otros. Donde los problemas reales de los barrios, como la crisis habitacional, no se nombran o quedan desdibujados y, por delante, se arma una trama amigable para la audiencia parcial del Canal 13 (Clarín) , que no es la multitudinaria que tenía Canal 13-Proartel, con el protagonismo de villeros con rasgos europeos y sin presencia de organizaciones barriales. Como si ver verdaderos villeros y las verdaderas dificultades que atraviesan a los barrios populares es demasiado “fuerte” para el televidente que busca algo más “light” y no sentirse culpables de tanta pobreza y necesidades en nuestra sufrida Argentina.
El único lugar que pueden habitar los villeros “de verdad” en la tele son los noticieros, con toda la estigmatización que esto acarrea. Los protagónicos, no son Gente de la Villa, son de clase media alta.
La figura principal es Lola, una “cheta” de Devoto que vive en el barrio porque allí vivía su marido, un rubio con pinta de rugbier, que falleció hace quince años. Ella es maestra y tiene todas las cualidades que el inconsciente colectivo les asigna a las “seños”: es buena, buenísima, dulce y paciente, como aquella otra maestra televisiva «Jacinta Pichimahuida»; una mujer ejemplar. El personaje lo interpreta una esplendorosa Agustina Cherri, que choca con la realidad del rostro agotado de las verdaderas trabajadoras de la educación.
La novela no se mete, en los primeros capítulos, en su rol como laburante. Lo mismo ocurre con el personaje de una chica que pasó por la cárcel: haber estado en situación de encierro es una capa más de su maquillaje “tumbero”, un detalle superfluo que nunca se elabora.
Lola colabora en el comedor del barrio y es la referenta de la villa: es la que organiza a la gente, la que dice los discursos emotivos, la que está siempre en el momento justo y en el tiempo indicado, es una heroína que no duda ni trastabilla, sobre quien el resto se apoya. Ella es el centro de un triángulo amoroso conformado por otros dos personajes principales, que tampoco son de la villa: un hijo perdido del dueño de un bar, que volvió al barrio porque en algo raro anda, y un cura de una familia adinerada, que desembarcó en el barrio hace poco.
La novela de Polka, comparada con la realidad de la vida cotidiana en la 31, es una versión de «Alicia en el país de las maravillas”. Suar (Adrián) jamás debe haber pisado ni la 31, ni ninguna otra villa. Los actores que eligió son para una telenovela romántica, son personas de clase media y se les nota que siempre tuvieron un buen pasar y no tienen idea de lo que es vivir en una villa. No se puede actuar, lo que no se conoce.
Cuando Dustin Hoffman filmo «Cowboy de medianoche», vivió un mes durmiendo con los borrachos de la calle en un callejón. En los barrios la gente es más sincera y verdadera”. Los integrantes de la Mesa de Urbanización Participativa y Rotativa de la Villa 31, desprecian esta ficción, porque su realidad está muy lejos del mensaje que quiere mostrar este mamarracho de Polka-Canal 13 ”.
La realidad es que el desalojo violento de las mujeres y chicos reciente, es moneda corriente en este proceso de urbanización, que no logran hacer visible los militantes. El problema habitacional que profundiza la feminización de la pobreza de la mano de las políticas neoliberales larretistas, la falta de agua, los incendios porque cortan la luz, las personas que mueren a diario en sus viviendas porque por burocracia no entra la ambulancia.
Hay gente con trabajo fijo y gente que no tiene trabajo. Mujeres que sufren violencia y terminan muertas por un femicida”, estas problemáticas no aparecen en la tira de Polka-Canal 13«.
La novela muestra lo que la clase media mira y piensa sobre nuestras villas, alejada de la realidad, las ficciones muestran lo que ellos querrían ver. La gente que vive en la 31, sabe que no es la realidad.
Los barrios son muy complejos y tienen muchas realidades diferentes, muchas familias y clases sociales. Pero las ficciones siempre estigmatizan mucho, El tele espectador de Canal 13 (Clarín) tiene la idea de que los pobres siempre son violentos. Eso es responsabilidad de los medios, porque cuando suceden cosas en los barrios es difícil que la prensa y los noticieros de TV lo viralicen.
Las mujeres de la telenovela son quienes enfrentan los problemas de la trama, que en este caso están más que nada vinculados a la circulación de la droga. Sin embargo, la mayoría de los personajes masculinos de la villa refuerzan características negativas y estereotipos. Todos andan en algo turbio; el que no caga a la mujer es un abusador; está el paraguayo que anda metido en un chanchullo y la banda de narcos peruanos; los pibitos andan todos en algo raro y también son violentos. Con este panorama, es evidente por qué Rita (una protagonista de la tira de POLKA) se va a enamorar de un doctor de ojos azules que vive en un country, porque en la villa no hay ningún tipo que valga la pena.
Lo que llama la atención es que los dos referentes de la villa de POLKA, que organizan al barrio para sacar a la gente adelante y son los representantes del bien y de la justicia no son habitantes de la villa, son “de afuera”. Un estereotipo tomado del cine Yanqui, el héroe «el gran salvador blanco» que llega a un ambiente racializado y marginal y es quien se convierte en el paladín de la historia, guiando al resto de los personajes para que puedan lograr sus objetivos. Este héroe de ficción representa los ideales de valentía, moralidad y la capacidad de organización. Es quien dinamiza la trama, porque los habitantes ignorantes de la Villa no pueden ayudarse por sí mismos y necesitan de alguien de “afuera” de otro nivel superior, con más facilidad resolutiva para que los encauce y los saque de la mala senda.
La telenovela de Polka-Canal 13, tiene un subliminal doble mensaje, por un lado muestra los barrios populares como escenarios posibles y acerca al tele espectador a esa visión, borrando y desdibujando la realidad y no nombra las crisis que atraviesan a estos espacios reales, en un contexto donde la gobernación neoliberal de Larreta desaloja, reprime y lleva adelante políticas de ajuste que profundizan la feminización de la pobreza.
No es el intento de la telenovela la salida a la luz del drama de la pobreza: es la frivolización y la deformación de la realidad. La telenovela de POLKA-CANAL 13 pudo haber sido una gran oportunidad para mostrar una realidad compleja que mucha gente ignora o no le interesa, y servir para ayudar a desanudar prejuicios xenófobos y clasistas, como lo habrían hecho escritores y directores con mucha calle y militancia.
Mientras en sus casas, muchos telespectadores miran esta nueva telenovela de CANAL 13 (Clarín) en la comodidad de sus casas y en su inocencia viendo lo malo que son los villeros. Muchas mujeres y niños estarán viviendo una realidad diferente en la Villa. Mientras por la televisión, muestran que sin el gran salvador blanco, el caballero de la clase alta, la que tiene la plata en los paraísos fiscales no viene a rescatarlos no tienen futuro.
Mientras miles de argentinos, miran esta ficción por la TV, muchas mujeres de la Villa 31 que estarán con sus hijos en situación de calle, exigiendo poder acceder a una vivienda digna, viviendo solo con lo puesto. Muy pronto ellas dejarán de ser noticia y los medios se encargarán de otras historias. Las cámaras no estarán más sobre ellas, pero ellas seguirán organizadas, y no necesitarán de ningún salvador blanco para hacerlo.
Pero desde Polka-Canal 13, estarán mostrando otra historia en las emisiones de «La 1-5-18» una villa de ficción que necesita que venga un Macri o un Milei, para salvarlos de esa triste existencia.
DESDE «LA CAJA DE HACER BOBOS» EN QUE SE HA CONVERTIDO LA TELEVISION, NOS TRATAN DE LAVAR EL CEREBRO, Y MOSTRARNOS UNA FALSA HISTORIA. RECORDEMOS EL VIEJO AXIOMA Y NO COMPREMOS «CARNE PODRIDA». «LA UNICA VERDAD, ES LA REALIDAD»
(*) Esta nota fue publicada en el Facebook del Sr. Juan Diego Carbone. Periodista. Co-conductor del programa «De Renzis Ayer y Hoy», que se emite de lunes a viernes de 06 a 09 hs. en Radio Belgrano AM650.

Más artículos relacionados
Palabras de un soldadito
Pullaro gasta 122 millones de pesos diarios en propaganda
Fracasó la reunión del Consejo del Salario y Milei sigue con el ajuste