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CUESTIÓN DE CLASES

Por Ariel Oliveri

Entiendo que a la ministra se le escapó la tortuga. Es que es imposible que en algún momento no les pase. Se cuidan todo el tiempo, pero en algún momento se les “ven” los pensamientos por la boca. Los esconden, los disfrazan, los adornan, pero no hay caso. En algún momento les salta lo que realmente piensan y sienten. Antes fue “caer en la escuela pública”, después que «las universidades no son para los pobres”. Ahora esto de que “los docentes “adoctrinamos”. Que el problema es que “militamos” (ellos no militan para llegar a un cargo de ministro). Y la frutillita del postre es que los docentes “vienen de las clases más bajas y luego de fracasar en otras carreras”.

Hacen fuerza por sonreír y parecer simpáticos. Pero en el fondo desprecian la escuela y la educación pública. Esa educación pública a la que seguro no conocieron como alumnos, ni mandan a sus hijos. Apuesto lo que quieran. Hablan de algo que no conocen, para empezar. Con su educación privada llegan a los máximos lugares de poder para desapachar frases como “no logramos lograr ese logro”. Mentes brillantes.

De todo lo dicho, que luego saldrán a justificar, a desmentir, a explicar, lo más interesante es esto de los docentes salimos de las clases más bajas. El tema es que lo plantea como uno de los problemas. En el fondo desprecian a los pobres. Como si un hijo de un obrero o una chica de barrio que estudia y se forma no pudieran ser maestra. O profesora. ¿Por qué no?

Esto que la ministra plantea como un problema, es lo que hace que la educación pública siga de pie. Y con buena salud. Porque las maestras, los profes, los y las directivos y toda la comunidad educativa son quienes sostienen la escuela pública. Con rifas, con cooperadoras, con peñas. La sostienen comprando hasta las tizas. La sostenemos y la sostuvimos en la pandemia con todos nuestros recursos como las computadoras, los celulares explotados, nuestros datos y servicios de internet carísimos. La sostenemos porque la defendemos, nos formamos ahí, nuestros hijos van ahí y porque es un derecho y un orgullo.

Es cuestión de clases. Mientras los pobres ponemos todo el tiempo y hasta lo que no tenemos, porque sabemos lo que es la solidaridad, la empatía, sabemos lo que es necesitar y pasarla mal. A los de arriba para sacarles un mango hay que discutir meses, hacer leyes, porque no se les cae ni una monedita por las suyas.

Es cuestión de clases. Y cuestión de orgullo. Por eso en las redes, anda dando vuelta la frase “orgullosamente docente”. Y no tenemos que explicar nada al pueblo.

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