Ayer, Día del Himno Nacional Argentino, un compatriota a través de una carta fechada 11 de mayo, dio a conocer una convocatoria que se va a realizar entre el 26 y 28 de marzo del 2020 en Asis, Italia, para realizar un pacto global para promover una economía que garantice el respeto al medio ambiente, el respeto de la vida, el cuidado de la familia, la igualdad social, la dignidad de los trabajadores y los derechos de las generaciones futuras.
El Papa peronista produce este llamado en el mismo momento en que las dos potencias capitalistas, China y Estados Unidos, discuten para su expansión imperialista.
Estados Unidos, el país con mayor deuda externa del mundo, núcleo central de la panacea capitalista post segunda guerra mundial, empezó a morir con sus propias reglas. El capitalista quiere ganar siempre con menores costos.
Mil quinientos millones de chinos, que hace cuarenta años tenían uno de los más bajos PBI per cápita del mundo, comenzaron un crecimiento anual sostenido de un 9%, abasteciendo primero el mercado interno y luego proyectándose al exterior.
La mano de obra barata de los asiáticos ya había permitido que Japón y Corea del sur llenaran de automóviles de sus propias marcas a Estados Unidos. Luego se le agregaron los chinos.
Y lo que nunca se vio: quebró el Estado de Detroit, otrora capital de la industria automotriz norteamericana.
Es decir, la libre empresa y el capitalismo salvaje preferían la importación, que era más barata que la producción norteamericana.
Y así llegamos a nuestros días, donde el “loco” Trump desarrolla una política de nacionalismo industrial de cierre de las importaciones, que contravienen al liberalismo capitalista en su propia esencia.
El déficit de la balanza de los yanquis con los chinos es de 20.750 millones de dólares. Y con el arancel que ahora impuso Estados Unidos del 25% para los productos importados de China, el volumen de negocios entre ambos alcanza a 131.580 millones de dólares, bajando notablemente en relación a años anteriores, lo que coloca a Méjico como el principal socio de EE.UU con un volumen de 150.580 millones de dólares.
A su vez los chinos son los mayores tenedores de deuda externa yanqui.
En el medio de esta lucha, el Papa convoca a un encuentro para un proceso de cambio global que vea en comunión de intenciones no solo a los que tienen el don de la fe, sino a todos los hombres de buena voluntad más allá de las diferencias de credo y de nacionalidad, unidos por un ideal de fraternidad, atentos sobre todo a los pobres y a los excluidos.
Mientras el argentino más trascendente de nuestra historia le propone al mundo ideas de la doctrina social de la Iglesia de León XIII, que sirviera de base a Perón para la construcción del Justicialismo, en la Argentina se abandona el nacionalismo industrial de Perón, que hoy usa EE.UU, y el gobierno de Macri destroza la economía con la libre importación.
Nuestro país es la cuadragésima quinta exportadora del mundo.
Nuestros compradores son Brasil, EE.UU, China, Chile y Vietnam, en ese orden.
Brasil le compra más a China que a la Argentina.
La principal exportación de nuestro país es la harina de soja, seguida de maíz, luego el aceite de soja, después los camiones de reparto, y luego la soja.
Nuestra balanza fue desde que gobierna Macri habitualmente deficitaria, pero últimamente ocurre un fenómeno: bajamos el volumen exportador del país y sin embargo tuvimos balanza comercial favorable.
Y eso fue porque bajaron las importaciones como consecuencia del coctel explosivo del gobierno de Macri, que vino a gobernar con deuda, y que provocó recesión con inflación.
La libre importación fundió a la industria nacional. Mientras los chinos y yanquis luchan por protegerse, nosotros nos ponemos generosamente en sus manos.
La única forma de poder pagar la deuda es con la exportación de productos con valor agregado.
El endeudamiento argentino nace con el golpe británico del 55, después que Perón había repatriado la totalidad de la deuda externa en 1946.
La dictadura fusiladora de Aramburu nos hizo socios del Fondo Monetario Internacional y pasamos de país acreedor a país deudor.
En 1973 los desastres de pseudas democracias y golpes de Estado habían endeudado la Republica en 11.000 millones de dólares. El último golpe de Estado se hizo porque la Argentina había comenzado otra vez en desendeudarse. Debíamos 8.000 millones.
Y se había nacionalizado la banca, las bocas de expendio de combustibles y a través del contrato de trabajo por primera vez los asalariados llegaron al 50% de las ganancias empresarias.
Hoy con la deuda pública y privada, con la interna y la externa superamos la deuda de 400.000 millones de dólares.
Con nuestro caudal de exportaciones, es un país inviable.
La soja a raíz de la pelea de los chinos y los yanquis, se cotiza en el nivel más bajo de los últimos diez años. Cerró en Chicago en 292 dólares la tonelada.
Una semana antes se pagaba 309 dólares.
La Argentina tiene previsto para la próxima cosecha 55.000 millones de toneladas de soja, y 48.000 millones de toneladas de maíz.
La baja en las cotizaciones pueden crear una dificultad concreta a los dólares de exportación que espera Macri.
China le compra soja al mundo para alimentar a los cerdos cuya carne consumen.
El desastre que hicimos en nuestro campo no nos permite tener abundancia de madres para parir la demanda de cerdos que se aproxima.
Mientras tanto el Papa llama al mundo para un nuevo orden económico. Francisco expresó su deseo de reanimar la economía.
“Mientras nuestro sistema económico y social todavía produzca una víctima y haya una sola persona descartada no podrá existir la fiesta de la fraternidad universal”, dice en el final de su carta Francisco el Papa peronista.
Hoy el mundo pasa por un chino, un yanqui y un Papa argentino y peronista.
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