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Hidrovía: las desventuras de tripulantes y buques argentinos

Es fundamental que Argentina haga valer el derecho internacional a la reserva de carga, un primer paso que acompañado con el impulso por parte del Estado para el desarrollo de una flota fluvial y marítima 100% argentina, permita dar una vuelta de página que alumbre un horizonte de trabajo para todos los argentinos.

Por Feliciano Ramos y Luciano Orellano (*)

Créase o no, entre brindis de buenos augurios de fin de año la empresa Maruba decidió cambiar la bandera de la embarcación “Río Piray Guazú” amarrada en Corrientes y colocarle la bandera paraguaya.

Otra más que se nos va desde el cierre de la Flota Fluvial del Estado argentino. Y decimos “créase o no” porque “es de no creer” que con la muy escasa flota fluvial mercante que tenemos los argentinos todavía esté vigente la ley de bandera de conveniencia promulgada en la década del ‘90 en el gobierno de Carlos Menem, aunque parece que en materia de privatizaciones (que en realidad son extranjerizaciones), ferroviaria y de marina mercante, etc. todavía estamos en la década infame donde se entregó el país.

Los tripulantes por medio de sus sindicatos (Centro de Patrones y Oficiales Fluviales, SOMU) intentaron bloquear la zarpada de la embarcación mencionada con un paro, pero llegó a la ciudad de Corrientes la tripulación paraguaya y el buque zarpó a Paraguay, dejando a los argentinos con un barco menos y a la tripulación argentina sin trabajo.

El ministerio de Trabajo dictó luego la conciliación obligatoria al ver que la medida se había ampliado a los buques que abastecen de combustible la central térmica Cammesa.

Tarde llegó la conciliación obligatoria que no hizo más que favorecer la acción de la empresa de llevarse el buque a Paraguay, aunque no se lo llevó: solo cambió su bandera por la paraguaya y siguió trabajando en el río Paraná (la parte binacional y la puramente argentina), como todos los buques paraguayos que pululan por toda la extensión de nuestro río Paraná y nuestro Río de la Plata.

Cambió la bandera argentina, aquella que Belgrano izó por primera vez en la hoy ciudad de Rosario a orillas del mismo río en que orgullosamente era exhibida por sus tripulantes.

Hoy esa bandera estará guardada, olvidada, tal vez manchada y llena de polvo en algún rincón del buque, si es que no fue rescatada por algún tripulante. Estos mismos tripulantes que no volverán a trabajar ni a dormir en ese barco, porque en barcos de bandera extranjera no trabajan tripulantes argentinos.

Excesivos requisitos

Los tripulantes argentinos, los mismos que para obtener un título tenemos que pasar muchos requisitos, muchos exámenes, y muchos otros trámites y requerimientos, algunos hasta injustos, como la revalidación de títulos entre otras cosas.

Un médico que tiene en sus manos una vida ajena no revalida su título, tampoco un abogado, ni un arquitecto, ni un ingeniero, pero si tenés un título en la marina mercante argentina, sí.

Además, como Argentina adhiere a los tratados internacionales como OMI, MARPOL, etc., tenemos que cursar y rendir títulos adicionales inherentes a dichos tratados como si fuéramos tripulantes de países que son potencias marítimas ¡pero no tenemos barcos!

Los tripulantes argentinos vivimos haciendo cursos ¡y no tenemos trabajo! Caminamos los distintos muelles hablando y llevando Currículum Vitae, tratando en vano por meses o años buscando un embarque que nos saque de la angustia de no tener trabajo. Y lo único que conseguimos es que se nos venzan los cursos o títulos, y de vuelta a sacar certificado de antecedentes penales para poder iniciar trámites, y revalidar, y volver a cursar y rendir algún curso vencido.

El Estado argentino ha sido muy cruel con los trabajadores de la marina mercante. Los tripulantes paraguayos y de otros países hermanos tienen muchísimas menos exigencias y además tienen trabajo.

Pese a las ventajas impositivas, las empresas se van porque en Paraguay no tienen ninguna carga impositiva, lo que se dice un “paraíso fiscal”, y ¿quién puede contra eso?

Paraguay, potencia fluvial

Paraguay se convirtió en la tercera flota fluvial mundial y al paso que vamos tal vez la segunda, y terminará siendo la primera. En el año 1992 Paraguay contaba con solo 100 buques registrados bajo su pabellón, 25 años después tiene más de 5.000 y en crecimiento permanente.

Para poder entender qué nos ocurrió a los argentinos, y en particular a la gran flota fluvial y de ultramar que teníamos, debemos retroceder algunas décadas.

Con la Ley de Reforma del Estado, Ley 23.696 sancionada el 17 de agosto de 1989, se decretó la privatización y posterior venta de los activos de las flotas estatales, junto con una cantidad de empresas y organismos.

A través del Decreto de Necesidad y Urgencia Nº 1772/1991 se dicta el cese de bandera de  buques y artefactos navales, de esta forma la flota fluvial del Estado argentino y la Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA), que era considerada la quinta flota mercante de ultramar, dejan de existir, vendiéndose buques y demás activos por un poco más que nada.

Muchos de los buques de la flota fluvial argentina fueron a parar a Paraguay. Luego, con el Decreto 1493/1992 se creó el registro de buques y artefactos navales extranjeros que en pocas líneas le ordena a la Prefectura desafectar a todos los buques de bandera nacional que así lo soliciten, sin más trámite.

Por la Resolución N° 419 del 30 de marzo de 1995 y del artículo 4° del Decreto N° 1836 del 14 de octubre de 1994, se resuelve en su artículo 3°: Solicitar al Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos que disponga el cierre de la liquidación de la Empresa Flota Fluvial del Estado argentino (en liquidación), sujeto a la consideración por dicha autoridad del Estado Patrimonial al 30 de junio de 1994, como estado de liquidación de la misma.

Por medio de decretos y resoluciones y con la ley de bandera de conveniencia, además del tratado de paso inocente que le da a los buques de bandera paraguaya el poder de navegar, amarrar, cargar y descargar, llevar cargas, etc. sin que nadie pueda tocarlo, ni siquiera Prefectura Naval Argentina, salvo caso extremo de seguridad.

Los buques de bandera paraguaya tienen en aguas totalmente argentinas más ventajas para operar que los pocos buques de bandera nacional, sin contar las ventajas impositivas. Eso sí, no nos creamos que los buques de bandera paraguaya son de empresas paraguayas.

Cuestión de privilegios

¿Cuál es la ventaja de los buques de nuestra bandera? Ninguna. En nuestro propio país, en nuestras aguas, los buques de bandera extranjera tienen más privilegios que los nacionales. Y no solo buques de bandera paraguaya, también boliviana, uruguaya, etc. Por ejemplo, los buques de bandera argentina no pueden amarrar en Uruguay.

Varias empresas argentinas se van a Uruguay, como la empresa Buquebus, que lleva y trae gente entre Uruguay y Argentina y trabaja mayormente con pasajeros argentinos, pero si un tripulante argentino quiere trabajar con ellos te dicen que no, que solo los uruguayos la tripulan.

La carga de exportación e importación del río Paraná mediante la mal llamada “hidrovía” tiene que entrar y salir por Uruguay. El canal de Magdalena sería la solución para que la carga de exportación e importación de Argentina salga y entre por nuestro país, pero los mismos argentinos se oponen a esa ventaja. ¿Para quién juegan los gobernantes en Argentina? ¿Quién verdaderamente manda en Argentina?

Podemos decir que son todos negocios libres y lícitos, que la libertad de negociar con quien quiera… etc. etc. etc., pero el interés de Argentina como Nación ¿dónde está? ¿Dónde está lo que conviene a nuestro país y lo que no conviene? 

El porvenir de los trabajadores argentinos, especialmente de los profesionales de la marina mercante, es cada vez más oscuro, más difícil, más inseguro, aún peor el resto de los trabajadores del país que está bastante comprometido.

Ninguna conciliación obligatoria ni otra medida apurada va a sacarnos de la desolación, solo una política de Estado que tenga en cuenta el desarrollo de la marina mercante argentina, con los astilleros trabajando a full en la producción de buques, con restricciones a la “competencia”, con un tratamiento fiscal especial a los emprendedores argentinos especialmente del rubro naviero, etc.

Por ejemplo, no es posible que un pequeño quiosquero en Rosario pague más impuestos que una terminal portuaria multinacional. Argentina como Nación ¿dónde está? ¿Dónde está lo que conviene al país y lo que no conviene? Pareciera que el libre comercio solo es para extranjeros, mientras que para argentinos condicionan y agobian con impuestos y reglas y más reglas. Porque no es posible que existan las ventajas para los de afuera y el palo en la rueda a los propios.

Un país sin marina mercante

No es posible, es inconcebible, es tonto, que Argentina no tenga Marina Mercante con la geografía que tenemos.

La zona económica exclusiva argentina se extiende más allá del límite exterior del mar territorial, hasta una distancia de 200 millas marinas a partir de las líneas de base que se establecen en el artículo 1º de la Ley 23.968, ello representa un espacio marítimo de 2.809.237 km2.

Además tenemos un río Paraná cuyas costas abarcan cinco provincias argentinas, un río Paraguay que abraza la provincia de Formosa, un río Uruguay cuyas costas alcanzan tres provincias, y un Río de la Plata que es el más ancho del mundo.

Cualquier país que tuviera esta rica geografía fluvial y marítima tiene el deber de ser una potencia marítima mercante, es estúpido no serlo.

fuente analisisdigital.com

(*) Feliciano Ramos es Capitán Dragador, con 48 años de servicio y Luciano Orellano es integrante del Foro por la Recuperación del Paraná y autor del libro «Argentina sangra por las barrancas del río Paraná»

Acerca del autor