Pocos argentinos conocen la historia de Buenos Aires, que allá por 1871 tuvo un Poder Ejecutivo que se escapó a la ciudad de Mercedes en la provincia de Buenos aires, mientras se morían más de 15.000 personas en la última epidemia que soportó la Ciudad. Buenos Aires tuvo fiebre amarilla en 1852, 1858, 1870 y la última y más grave, 1871.
Eso ocurrió el 19 de marzo de 1871. Y el 21 de marzo el editorial del diario La Nación tituló: “EL PRESIDENTE HUYENDO”.
El entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento y su vice, Adolfo Alsina, se escaparon a la ciudad de Mercedes, y le dijeron a sus ministros que abandonen la ciudad.
La otra fiebre amarilla es la que vivimos desde el 3 de julio de 2007, cuando el binomio Mauricio Macri – Gabriela Michetti ganaba la elección para Jefe y Vicejefe de la Ciudad. El 12 de diciembre de ese año el ex presidente de Boca se transformó después de Fernando De la Ruina y de Anibal Ibarra en el nuevo alcalde elegido por el voto.
El origen de la enfermedad se remonta a Africa Oriental o Central de donde se trasladó al Africa Occidental, y de allí los imperios trajeron los esclavos a América y hay registros de que en 1647 apareció la fiebre amarilla en Barbados. Portugueses, ingleses, holandeses y españoles traficaban los esclavos negros.
La Asamblea de 1813 había abolido la esclavitud en nuestro país y Buenos Aires había dejado de interesar como mercado de esclavos.
Pero esta vez el mosquito, que es el agente transmisor, iba a venir en los barcos de los blancos, produciendo el desastre.
La otra fiebre amarilla es la que vivimos hoy, y es política. La boina roja de los conservadores, la blanca de los radicales, la celeste de los liberales, los colores distintivos azules y blancos del peronismo, vieron surgir un nuevo color en la política: el amarillo.
Este color primario ha servido para definir cosas. Se llama “prensa amarilla” a la prensa sensacionalista, que nosotros preferimos cambiar por “prensa canalla” cuando están al servicio de la oligarquía y del extranjero.
También se llama “invasión amarilla” la aparición económica de los chinos. Y por último, aunque se enoje Duran Barba, el ecuatoriano consultor del presidente, un verdadero “Aladino” que frotó varias veces la lámpara para inventar el gobierno de los globos, nosotros queremos hablar de la fiebre amarilla política y sus consecuencias para la salud de la población argentina.
Acompañado por la prensa canalla se instaló que la ceocracia podía reemplazar a la corrupta política que entró en una profunda crisis en el comienzo del siglo con la Alianza de Fernando De la Ruina.
Pero para sorpresa de la sociedad el presidente del gobierno de los globos armó la mayor burocracia ministerial de la historia. Nunca tuvimos tantos ministerios, secretarías, subsecretarias, direcciones generales y direcciones, como en el gobierno de la fiebre amarilla.
Lo más grave es que en dos años y medio produjeron la mayor transferencia económica de la historia de los que menos tienen a los que más tienen. Por primera vez la balanza de pago ofrece un déficit de 10.000 millones de dólares, donde gastamos más en importaciones de lo que entra por exportaciones. Sin contar el daño producido a las Pymes por la libre importación con quiebras de empresas únicas en su género, como cuando alegremente se dejó cerrar la única fábrica de jeringas hipodérmicas del país, dependiendo ahora de los containers que vienen de China.
A propósito, Franco Macri es el principal operador de los negocios chinos en Argentina. Fue el que conectó al gobierno de Cristina, que entre otras cosas, alegremente, le entregó una base militar en Neuquen.
Ahora su hijo termina de pedir auxilio económico con otro swap de monedas por 4000 millones de dólares, porque ya no tiene timbre para tocar.
Para no ser menos, Mauricio le entregó una base en el sur a los yanquis.
La fiebre amarilla que abarca la prensa canalla del negocio con los chinos y el color de Cambiemos, sigue sembrando pobreza, desocupación y ahora corremos riesgo de fiebre de verdad porque el ministro de Salud, Rubinstein, no cumplió ningún protocolo de las vacunas, y el país está al borde del desastre epidemiológico.
Volviendo al comienzo, quizás el diario La Nación vuelva a su archivo y tenga que titular otra vez, como en 1871, “el presidente huyendo”.
Mauricio Macri personalmente viajará a Wall Street para desmentir las versiones de la banca y la timba financiera mundial, de que Argentina pueda entrar en default y la devaluación del peso argentino, desde que gobierna la fiebre amarilla es notable en todos los índices.
De los $13.90 que valía el dólar cuando se fue Cristina, el lunes el mercado abrirá a más de $ 31. Y en las cuevas de la city hablan que la divisa gringa terminará alrededor de los $40 pasando octubre.Mientras nos entretienen con los cuadernos, una enorme cantidad de empresarios, representante de la ceocracia y beneficiados con la obra pública por Cambiemos, y también por el gobierno anterior, aparecen en el catálogo pero se corre el riesgo de que la investigación se corte en el año 2008 para evitar que la familia Macri quede a las claras vinculada al festival de las empresas constructoras beneficiadas por el gobierno anterior al que ellos llaman “corrupto”.
IECSA y Calcaterra es lo máximo que están dispuestos a arriesgar en el tembladeral de los amarillos que han causado fiebre en propios y extraños.
Al mejor estilo de Rivadavia Cambiemos firmó deuda por 100 años. Al mejor estilo de Sarmiento, huyen de los problemas y venden un imaginario futuro mejor de un gobierno que vino a gobernar con deuda y que nos dejará a nosotros como deudos de la deuda.
Han quebrado a la Argentina. Esperemos que al pueblo no.
La seguimos mañana a las 6 por AM 650 Radio Belgrano.
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