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19/04/2024

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El trágico error de Augusto Conte Mac Donell y la desaparición de su hijo

La historia, además de representar un drama muy particular, pinta un contexto de época que no es exclusivo de este caso ni de esta familia.

Escrito por Aldo Duzdevich

El pasado 5 de febrero se cumplieron 30 años del suicidio de Augusto Conte Mac Donell, luchador por los Derechos Humanos y fundador del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales). Su hijo Augusto María fue detenido-desaparecido el 7 de julio de 1976. Su historia, además de representar un drama muy particular, pinta un contexto de época que no es exclusivo de este caso ni de esta familia.

Por un lado, el origen familiar de muchos jóvenes que se volcaron a la lucha armada en los años 70 y, por el otro, el desconocimiento y la confusión que la mayoría de la sociedad -incluso las familias de los desaparecidos- tenía sobre el accionar del terrorismo de Estado. Dos testimonios ilustran esto con claridad.

En un reportaje del archivo digital de la Biblioteca Nacional, Taty Almeyda, dirigente de la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo, contó cómo recibió el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

“Mi padre, Carlos Vidal Miy, fue un oficial de Caballería de origen salteño; y mi madre, Alicia Uranga, era de una familia muy tradicional de Paraná. (…) En fin, toda una familia militar y muy antiperonista. A mi hijo Alejandro se lo llevan el 17 de junio de 1975, durante el gobierno de Isabel… Para mí, la culpa de todo la tenían los peronistas… Yo me movía en ese entorno… Cuando se lo llevan a Alejandro yo lo fui a ver a (Albano) Harguindeguy que había sido oficial de mi padre y jefe de uno de mis cuñados. (Orlando Ramón) Agosti había sido compañero de uno de los maridos de mis hermanas y (Leopoldo Fortunato) Galtieri fue jefe de mi hermano… Harguindeguy me decía: ‘Señora, son los peronistas’, y yo decía: ‘¡Claro!’. A mí me han preguntado hace años pero nuevamente lo cuento: cuando llegó el Golpe yo dije: al fin se van estos negros de mierda y vienen mis conocidos y yo lo voy a recuperar a Alejandro… eso era lo que yo creía (…) pasa el tiempo y pienso, aquí está pasando algo… me entero, después de mucho tiempo, y decido acercarme a Madres, sería por el año 81, 82. A todo esto, Galtieri era jefe de mi hermano, Agosti, compañero de mi cuñado; a todos ellos los fui a ver, por supuesto nadie sabía nada..”

El ex militante montonero Cacho de María relató: “En diciembre del 75, en una casa muy lujosa de Martínez, un ex-compañero me había invitado a su cumpleaños. En un momento su madre levantó la copa y brindó por el intento de golpe del brigadier (Jesús Orlando) Cappellini. Años después, supongo sería en 1980, en una foto de La Razón, de la ronda de las Madres, descubro su rostro con un pañuelo blanco, llorando. Fue un doble golpe, enterarme así que el compañero había desaparecido y la dolorosa sensación de recordar a su madre en aquella actitud tan distinta”.

Augusto Conte Mac Donell fue uno de los fundadores del partido Demócrata Cristiano que apoyó la llamada “Revolución Libertadora”, el golpe de Estado que derrocó a Perón; y en 1955 fue subsecretario de Educación del dictador Pedro Eugenio Aramburu. Su hijo Augusto María se vinculó en 1974 a la organización Montoneros. En julio de 1976, mientras realizaba el servicio militar obligatorio, fue detenido y desaparecido. Respecto a las circunstancias de su detención ilegal, hay dos versiones.

La primera de esas versiones es que fue secuestrado en la Base Aeronaval de Punta Indio; y una segunda, es la que, recién el 26 marzo del 2005, el escritor Osvaldo Bayer, amigo personal de Augusto Conte Mac Donell, relató en Página 12:

“En este aniversario veintinueve [del golpe de Estado de 1976] voy a recordar a un buen amigo. Se llamó Augusto Conte. En Alemania nos encontramos en un congreso de derechos humanos. Y una noche me dijo que la única forma de superar esa tragedia era la muerte.(…) Me miró con enorme tristeza, y agregó: ‘Mi error fue tan grande que el único futuro mío es ir en búsqueda de mi hijo, allí desde donde no se regresa’.

No hubo forma de convencerlo. Poco después, él mismo buscó su muerte. No encontró otro remedio para ‘pagar mi culpa’ como él definía su error.

La cosa fue así. En plena dictadura de la desaparición, el departamento de su hijo Augusto María fue allanado por una patota del Ejército. El joven no estaba. Como de costumbre, se robaron todo y el resto lo destruyeron.

Esto causó verdadera consternación en Augusto Conte, el padre. Se puso en contacto con el hijo para preguntarle si él pertenecía a alguna organización perseguida. El hijo le contestó que no, que evidentemente se trataba de un error. Entonces, Augusto Conte cometió el más grande error de toda su vida. El había sido amigo o compañero de colegio del general Carlos Suárez Mason, en ese momento comandante del 1er Cuerpo de Ejército. Le resultaba un asco ir a verlo, pero estaba en juego la vida de su hijo. Fue así como le dijo a su hijo Augusto María: ‘Bien, a ese error hay que aclararlo, si no te va a costar la vida. Yo conozco al general Suárez Mason. Le voy a pedir una entrevista. Vamos los dos y vos le aclarás personalmente que contigo están siguiendo una pista falsa’. Y así se hizo.

El general de la Nación –como gusta llamarse– aceptó que lo fueran a ver. Los recibió muy amable. Escuchó al hijo de Conte y a su padre. Y entonces les puso la trampa. Un general argentino tramposo, deleznable, despreciable por los siglos de los siglos de la historia de la humanidad. Le pidió a Conte que el hijo permaneciera unas horas en el cuartel del 1º de Infantería para limpiar todos los antecedentes y dejar todo aclarado. Y ellos aceptaron, crédulos, la palabra del general argentino. Augusto Conte dejó el despacho del artero. Su hijo quedó. Y desapareció para siempre. El llanto desesperado acompañó el relato. ‘Yo soy el culpable’, me lo repitió cien veces. Mil veces.”

El 5 de febrero de 1992, luego de dieciséis años de incansable lucha, y después de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y los Indultos de Menem, Augusto Conte Mac Donell decidió partir en búsqueda de su hijo, allí desde donde ya no regresaría, y se quitó la vida.